LA VOZ
DE GALICIA
15 diciembre
2022
¿Qué
es el ácido hialurónico?, ¿duele?, ¿quién no se lo puede poner?
Lucía Cancela
Una experta en medicina estética
responde las dudas más frecuentes sobre las inyecciones de esta sustancia
España es el segundo país europeo que más demanda servicios
de medicina estética. De hecho, el 40 % de la población los ha probado en sus
propias carnes en alguna ocasión. Del total, el 71,8 % son mujeres, mientras
que el porcentaje restante (28,2 %), hombres. No solo esto, sino que la edad
media de acceso ha bajado drásticamente. Pasamos de
comenzar a los 35, a los 20 años. Paralelamente, también ha crecido el número
de facultativos y centros autorizados para ejercerlos. Petra Vega, especialista
en este campo, explicó en esta entrevista las razones de la escalada: «Si nos
centramos en los aspectos que la gente suele relacionar más con medicina
estética, como los rellenos y la toxina botulínica, es cierto que se están
incorporando cada vez más temprano con el objetivo de modificar algunos rasgos,
como pueden ser los labios».
¿Y qué es lo que mueve a la población más joven para
hacerlo? Las redes sociales. Especialmente, dice la experta, «por la
comparación con los influencers. Muchas veces
transmiten información a un público muy receptivo, muy sensible y con
inseguridades». No solo esto, sino que incluso llegan con ideas imposibles de
realizar. «La gente que suele hacer publicidades de estos tratamientos en las
redes suelen ser personas que ya de por sí tienen un aspecto agradable, por lo
que los pacientes que llegan a consulta creen que van a quedarse como ellos»,
añade la doctora Vega.
Nada más lejos de la realidad. ¿Cuáles son los rasgos que
más se quieren modificar los jóvenes? Labios, pómulos o nariz. De estos, el
primero se lleva el trozo grande del pastel. Sin embargo, uno de los más
demandados actualmente es el tratamiento de las ojeras con ácido hialurónico
(AH), tanto en hombres como en mujeres.
¿Qué es el ácido hialurónico?
Al contrario de lo que se puede pensar, el ácido hialurónico
es una sustancia natural y presente en muchos tejidos y órganos del cuerpo:
epidermis, cartílagos u ojos, entre otros. Según la zona en la que se
encuentre, se le atribuyen múltiples funciones que, de alguna forma, se
entienden como beneficios. Por ejemplo, en las articulaciones evita las
fricciones dolorosas; en los cartílagos actúa a modo de reconstituyente y sobre
todo, contribuye a la hidratación de la piel.
Precisamente, entre sus propiedades más importantes destaca
la de atraer y retener el agua, lo que permite que los tejidos estén en buenas
condiciones. Sin embargo, a medida que envejecemos, la producción natural
de ácido hialurónico disminuye, haciendo que la piel pierda hidratación,
elasticidad y firmeza. Digamos, que esta esponja deja de absorber. De ahí, que
sea el ingrediente principal de varios tratamientos. Tal es su efecto, que
en las clínicas de medicina estética, ha conseguido adelantar al bótox, uno de
los activos reyes.
¿Qué tipos existen?
Los médicos estéticos pueden utilizar un tipo de ácido
hialurónico u otro en función de los tratamientos, y beneficios que se deseen
obtener. La diferencia esencial radica entre el reticulado o el no
reticulado.
•
El ácido hialurónico reticulado está formado por moléculas
de mayor consistencia. Su objetivo es voluminizar,
por eso, los efectos que tiene son de relleno y aporta volumen. Se suele
utilizar en aquellos casos en los que existen arrugas muy marcadas, rellenos de
surcos nasogenianos o aumento de labios, por
ejemplo.
•
El ácido hialurónico no reticulado se emplea en tratamientos
hidratantes, con microinyecciones, para captar agua e hidratar la piel. Así,
este tratamiento no aporta volumen ni rellena arrugas, pero ayuda a mejorar la
calidad y aspecto de la piel. De hecho, se suele acompañar de otras vitaminas o
aminoácidos precursores de colágeno y elastina.
¿En qué se diferencia el ácido hialurónico y el bótox?
El bótox es el nombre comercial de la toxina botulínica, en
terreno médico conocido como neuromodulador, una sustancia que, al inyectarse,
bloquea la producción de acetilcolina de las terminaciones nerviosas. Así,
consigue que los músculos se relajen, y como consecuencia, no se haga la
contracción que dibuja las líneas de expresión. Se diferencia el ácido
hialurónico por la indicación y el mecanismo de acción. La toxina botulínica no
rellena, tan solo relaja, algo que afecta a las arrugas, hasta que llega un
momento que, al no formarse, desaparecen o se minimizan.
¿Dónde se aplica el ácido hialurónico?
A medida que se cumplen años, la producción de colágeno se
reduce, y aparecen la flacidez y arrugas. Se inyecta directamente en la dermis,
lo que consigue atraer las moléculas de agua y potenciar la hidratación de la
piel. Según el cometido deseado, podrá aplicarse en diferentes zonas.
•
El surco nasogeniano: son arrugas
que se extienden desde el final de la nariz hasta los extremos de la
boca.
•
Labios: El tratamiento de relleno de labios con ácido
hialurónico permite dar volumen, corregir asimetrías, y aporta un efecto
carnoso y natural. Se reabsorbe y tiene una vida determinada. Al cabo de un
tiempo, será necesario retocarlo.
•
Pómulos. Esta sustancia también permite aumentar o rellenar
la zona de los pómulos. Se recomienda cuando lucen hundidos y
descendidos.
•
Ojeras: el relleno de ojeras con ácido hialurónico se
realiza en profundidad para elevar el hueco, y pretende disminuir el aspecto
cansado de la mirada.
•
Arrugas en el labio superior: o cordialmente conocidas como
código de barras, se produce con el paso del tiempo y la falta de hidratación.
Por ejemplo, las personas que fuman suelen tenerlas con mayor intensidad.
¿Cuáles son las funciones?
Esta sustancia tiene distintas funciones según la
especialidad que lo utilice. En la medicina estética están las más conocidas:
«Nos sirve para aportar volumen, o para hidratar, ya que al utilizarlo sin
reticular es un estimulante de colágeno, capta agua y contribuye a reposicionar
los tejidos, es decir, a tratar la flacidez. También al utilizar la estructura
facial y los ligamentos, y poniendo puntos en determinados lugares, conseguimos
un efecto tensor. También podemos lograr redensificar
los tejidos, de forma que se vean más jugosos y gruesos; para dar volumen a los
labios o en estructuras que, al ir envejeciendo, se quedan hundidas como la
barbilla», detalla la Dra. Ruth García.
Pero esto no es todo. «Se emplea en cirugía ocular, para
hacer lágrimas artificiales; en traumatología, para mejorar el cartílago y
disminuir el dolor o mejorar el movimiento articular; también en odontología, en
la que se usa para regenerar las encías o cuando existen problemas de
articulación temporomandibular», explica García.
¿Qué personas pueden no ser buenas candidatas para ponerse
ácido hialurónico?
Pese a que los riesgos son mínimos, existen condiciones que
no permiten continuar con el tratamiento. Hablamos sobre todo de personas que
tienen enfermedades autoinmunes en brote o están pasando por un proceso
infeccioso. «Patologías autoinmunes que estén en brote, como una colitis
ulcerosa, o un Crohn. Eso podría provocar reacciones
a cuerpo extraño ante cualquier cosa que podamos inyectar. Además, si el
paciente tiene una infección, tampoco se debería hacer un
tratamiento. De igual forma, si está consumiendo ciertas medicaciones, porque
podrían provocar un sangrado o tener alguna interacción», detalla la doctora
Ruth García. De ahí, que el historial clínico previo al pinchazo sea
fundamental.
Estos tratamientos tampoco son recomendables para aquellas
personas con salud mental comprometida, o que padecen algún problema
mental. «Hay veces en las que se ve que la cuestión no es física, y ahí nuestro
trabajo es derivarlo a un profesional que pueda atenderles. Desde la pandemia,
es una constante», destaca la experta.
¿Cómo es el procedimiento?
La intervención es ambulatoria, y en función de las zonas a
tratar, oscilará entre 20 minutos y una hora de duración. El primer paso es un
estudio facial en el que el profesional analiza la estructura del paciente, y
los puntos a tratar. A continuación, se aplica anestesia tópica para evitar
posibles molestias. Y ya después, el experto procede a la aplicación del ácido
hialurónico mediante microinyecciones. No es habitual que se note dolor, aunque
sí alguna ligera molestia.
¿Qué ocurre al inyectarlo?
Se provoca una reacción inflamatoria que se irá con el paso
de los días. «También se produce una estimulación de los fibroblastos que hay
alrededor, que son las células encargadas de fabricar colágeno y elastina»,
explica la doctora García. De hecho, el ácido hialurónico se considera un
estimulante del colágeno, y por eso, aunque el objetivo no sea voluminizar, «sí captará mucha agua y por lo tanto, se
engrosarán los tejidos», detalla.
¿Y después?
Una vez se finaliza el tratamiento, el paciente puede volver
a su vida habitual. Es posible que aparezcan marcas, inflamación o se
incremente la sensación del dolor con el paso de las horas. Todo desaparecerá
en cuestión de días. De igual forma, existen una serie de recomendaciones a
seguir:
•
No realizar ejercicio en las primeras 24 horas.
•
No acudir a saunas, baños turcos o piscinas, ni tomar el sol
o rayos UVA durante las 24 o 48 horas siguientes.
•
No masajear la zona inyectada durante las primeras 72
horas.
¿Los cambios son inmediatos?
Desde luego, aunque pueden no ser los deseados. Calma,
porque tampoco serán los definitivos. El resultado final aparece a partir del
quinto día, aproximadamente.
¿Cómo se reabsorbe en el cuerpo?
Al tratarse de una sustancia presente en el organismo de
forma natural, existen unas enzimas que son capaces de degradarlo, las
hialuronidasas. «Los laboratorios tratan el ácido hialurónico para que tenga
unos enlaces más resistentes, más duros y de mayor duración, y así se dificulte
el trabajo de estas enzimas. Pero al final, acabará desapareciendo», explica la
doctora Ruth García.
¿Cuánto duran los resultados?
Todo depende del paciente, de la zona de aplicación y de si
se ha sometido a anteriores tratamientos. Por regla general, las inyecciones
pueden durar entre 6 y 18 meses, aunque irán desapareciendo de forma
progresiva. La velocidad de reabsorción dependerá, en resumidas cuentas, de lo
rápido que vaya el metabolismo: «En personas jóvenes, o deportistas, tiende a
durar menos», señala García.